7 de octubre con Koldo.
Hace ya unos cuantos días de esta actividad que tan buen sabor de boca nos dejó. En un día con una meteo idónea nos subimos al Aneto por una de sus espinas dorsales, la cresta de LLosas. Situada en su vertiente Sur, divide los valles de Coronas y LLosas. Nosotros salimos del puente de Coronas y por el valle del mismo nombre ascendimos hasta un pequeño ibon situado a algo más de 2.600 m. Desde aquí y con la ayuda de algún hito ascendimos en dirección este por una canal pedregosa. No seguirla hasta la brecha inferior de LLosas (que es lo que hicimos nosotros), antes girar ligeramente a la izquierda y continuar por terreno pedregoso hasta la cima de la aguja Argarot (3.035 m). Desde aquí divisamos el Aneto y toda la cresta que ya no abandonaremos. Destrepar hasta una brecha. Para alcanzar la aguja Tchihatcheff (3.052 m) un desplome difícil nos corta el paso a una placa fisurada situada encima. Por la derecha es más fácil pero no se puede asegurar en condiciones y nos resulta expuesto. La alternativa es bordear este obstáculo por la vertiente de Coronas. Un pequeño tramo de roca descompuesta nos deja a los pies de una placa tumbada y fisurada fácil por la que se alcanza la minúscula cima. Para continuar hacia la brecha que nos separa de la siguiente aguja debemos realizar un rapel de unos 40 metros. Existen dos instalaciones, nosotros elegimos la de la derecha, un poco más abajo y que permite realizar el descenso utilizando otra instalación intermedia (15+25 m). La aguja Franqueville (3.065 m) se alcanza sin mayores dificultades. A partir de aquí la arista se vuelve horizontal y es un contínuo trepe-destrepe. Muy bonito. Un rápel de unos 20 m nos deposita en la brecha superior de LLosas. Desde aquí hasta la cima vuelve a ser una trepada fácil. Se alcanza la aguja Escudier (3.315 m) tras un paso curioso por un tunelito y un paso de tirar de brazos y posteriormente la aguja Daviu (3.350 m). Desde aquí hasta la cima del Aneto solo nos resta andar. Para rematar el empacho coleccionista ascendimos la punta Oliveras (3.298 m) de camino al collado de Coronas.
Escalar, se escala poco, es una larga trepada en un entorno espectacular y la roca es buena en el filo y peor cuando nos desviamos del mismo, sobre todo en la vertiente de Coronas. El recorrido presenta varios escapes tanto por la vertiente de Coronas como por la de LLosas.
A modo orientativo y por si alguien le sirve nos costó 12 horas de coche a coche. En algún momento perdimos algo de tiempo pero tampoco hicimos paradas largas ni nos entretuvimos demasiado. El descenso, eso sí, lo hicimos despacio.
Un gran día de alta montaña en un valle que nunca defrauda...
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