Aiguille Verte

 10, 11 y 12 de mayo con Sergio y Paco.

Avant la Verte on est alpiniste, à la Verte on devient montagnard. Gaston Rebuffat.

No sé si nosotros volvimos al valle siendo alpinistas, montañeros o montañeses, lo que si tengo claro es que volvimos cansados y hambrientos. Y también felices.

Para muchos la cumbre más legendaria del todo el macizo del Mont Blanc, la Aiguille Verte fue ascendida por primera vez el 29 de junio de ¡1865! por el célebre Edward Whymper y los guías suizos Christian Almer y Franz Biner. El éxito logrado por Whymper en esta empresa fue determinante para otorgarle la convicción personal y el prestigio que le permitirían dos semanas después organizar el asalto victorioso al más codiciado de los trofeos alpinos de la época, el Cervino.

Parece ser que los guías chamoniardos de mediados de 1800 creían que nadie sería capaz de ascender la Verte debido a lo impenetrable que se mostraba desde todas las vertientes. Ello explica el alboroto generado en la plaza central del pueblo al retorno de Whymper y compañía.

Fallecido en Chamonix en 1911, la tumba de Whymper puede ser encontrada, junto a la de muchos otros célebres alpinistas, en el cementerio próximo a la estación de tren de Montenvers.

Para reseguir los pasos de los pioneros hoy día se hace noche en el refugio de Couvercle a los pies del glaciar de Tàlefre, en la cara sur de la montaña. Nosotros decidimos acceder desde la Aiguille du Midi aprovechando para descender esquiando el mítico Valle Blanche. Nunca lo había hecho y me hacía mucha ilusión. Descendimos por donde nos pareció evidente y vimos huella. Resultó ser la variante Petit Envers. Unos cuantos giros buenos en el plateau justo después de la arista inicial nos infundieron falsas esperanzas. La realidad fue esquí de supervivencia sobre nieve pesadísima. Al menos las grietas estaban tapadas y los puentes de roca en buen estado así que sin más contratiempos nos plantamos en la confluencia con el glaciar de Leschaux. Nos adentramos en este último foqueando hasta llegar pronto a la muralla que oculta el glaciar de Tàlefre situado más arriba. Aquí hay tres opciones: las escaleras de Egralets, que no las recomiendan con esquís, el corredor central que se ve muy seco y la comba de la Pierre à Bérenguer. Elegimos esta última y progresamos por una morrena pestosa hasta un nevero intermedio que nos deposita en el glaciar. De aquí al refu parece que queda poco pero unos cuantos sube bajas, transiciones a pie y el peso de la mochila hacen que lleguemos bastante desgastados. Eso sí, es buena hora y tenemos toda la tarde para descansar. El refugio de Couvercle está en un lugar absolutamente espectacular con la cara norte de las Grandes Jorasses dominando la escena. No está lleno pero si que hay cierto ambientillo. Nos acostamos pronto pero cuesta conciliar el sueño, llega más gente por la tarde y meten bastante ruido. Cuando por fin logro dormirme, nuestra querida lata empieza a temblar. No sé si se está acabando el mundo, si es un terremoto... poco a poco la lucidez vuelve a mi cerebro adormecido y me doy cuenta de que hay un helicóptero en las inmediaciones.

Después de una tarde-noche movidita, nos levantamos a las 12:00 y unos 45 minutos más tarde nos ponemos en marcha. La temperatura es bastante alta y pronto entramos en calor. Sergio comanda el grupo y en unas dos horas a buen ritmo y por buena huella estamos en la base del corredor. Dejamos los esquís bajo la rimaya y nos encordamos. Primero Sergio y a unos 20 metros Paco y yo separados por unos 5 metros. Salimos hacia la izquierda, superamos una doble rimaya con algunos pasos tiesos y entramos en terreno de nieve a unos 50-55º con algún paso puntual de mixto fácil. En un momento dado aparece el único resalte serio de mixto, un paso con pies en la roca y piolets traccionando en nieve dura. La calidad de la nieve es óptima. Vamos gestionando la seguridad chapando las abundantes reuniones que van apareciendo y protegiendo con algún friend pequeño de vez en cuando. Seguimos algo de huella y las luces de la cordada que nos antecede. A unos 3/4 de altura del corredor realizamos una expuesta travesía hacia la izquierda para situarnos en el corredor principal que es el que desemboca en la arista cimera. Amanece y disfrutamos del momentazo. Las pilas de mi frontal han muerto hace rato y Paco también tiene problemas con la suya así que agradecemos las primeras luces. Solo nos queda recorrer los últimos metros del corredor y recorrer la arista hasta la cima. Magnífico. Disfrutamos del momento y nos vamos para abajo sin perder tiempo.

El terreno sin ser difícil es expuesto y requiere descender rapelando. Vamos apurando cuerda y enlazando instalaciones algunas mejores que otras hasta que acabamos embarcados. En el último tercio del corredor hay que tender hacia la izquierda (sentido de bajada) para no acabar en un callejón sin salida en el corredor principal por el que un rato más tarde caerán varias avalanchas provocadas por el calor. Rectificamos montando un pasamanos horizontal para acceder a la línea de rápeles correcta. El último rápel deja a nuestra derecha la zona por la que hemos pasado las rimayas unas horas antes y nos deposita directamente en los esquís. El descenso se nos hizo eterno, calculo entre 12 y 15 rápeles.

La clave del itinerario es, en la subida, en la primera mitad, superada la zona de mixto, atravesar hacia la izquierda para acceder al corredor principal. Nosotros atravesamos demasiado arriba y de ahí la expuesta travesía. Repetir la jugada de manera inversa en el descenso.

Retornamos al refu esquiando sobre nieve muy pesada y evaluamos la situación. Son las 14:30 y el último tren de Montenvers sale a las 18:00, además llevamos una soberana paliza. La decisión está tomada, pasaremos una noche mas en Couvercle y al día siguiente por la mañana regresaremos a Chamonix. Mi estómago protesta. Hace ya horas que me comí mi última barrita. Mis compis se lo han montado mejor y aun tienen algo que echarse a la boca. Rebusco por el refu restos de comida que hayan dejado otros alpinistas, fundo nieve y me meto una surrealista mezcla de sémola de trigo, muesli y cacahuetes. Ni tan mal.

Al día siguiente descendemos esquiando por nieve rehelada incómoda. Optamos por el corredor central para bajar a Leschaux y así evitarnos la morrena del día de aproximación. Acertamos. Después toca recorrer la Mer de Glace, primero esquiando y luego andando hasta las escaleras de acceso a Montenvers. Contemplamos el desolador espectáculo de las obras en torno a la cueva de hielo y afrontamos los 250 metros de desnivel que nos separan de la estación del tren cada uno como podemos. Rosca máxima. Una vez en Chamonix, cambio de calzado en la furgo y directos a una terraza a por una hamburguesa "king size". ¡Eso si que fue un momentazo!

Croquis de Sergio
Les Gaillands, Chamonix
Vallee Blanche (nevasport.com)
Empieza el espectáculo. Encima mío la Verte (foto de Sergio)
Vallee Blanche
Envers des Aiguilles
Subiendo a Couvercle
Relax en el refu (foto de Sergio)
Foto de Sergio
En el pasete de mixto (foto de Sergio)
Alpenglow
Mont Blanc
Grandes Jorasses
Ya queda poco (foto de Paco)
Cerca de la arista (foto de Sergio)
Arista somital
Felices
¡Para abajo! (foto de Sergio)
¡Por fin Chamonix!
"King size"

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