8 de agosto.
Tras llegar la tarde anterior a Chamonix, me apetece darme una vuelta por las Aiguilles Rouges para subir un poco el pulso y disfrutar de la panorámica. Me acerco a la localidad de Argentière en el bus gratuito que recorre el valle y desde el centro del pueblo cojo el sendero señalizado hacia el Lac Blanc. Es precioso, primero por bosque frondoso de coníferas y más arriba por prados. Mientras asciendo, los huecos entre los árboles dejan ver el formidable espectáculo del otro lado del valle: Aiguille Verte, Dent du Geant, Mont Blanc...
Llego al Lac Blanc y a su refugio y disfruto del lugar, es maravilloso. Los turistas no madrugan así que todavía no hay mucha gente lo cual agradezco. Desciendo hacia La Flégère y ahí si me cruzo con centenares de personas que vienen del teleférico. Desde el mismo continuo descendiendo primero por pista de esquí y enseguida por precioso bosque hasta las afueras de Chamonix.
El recorrido es amable, se gana y pierde desnivel cómodamente por buenos senderos y es un auténtico regalo para los sentidos.




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