8, 20, 31 de diciembre y 3, 6 y 10 de enero. Con Sebas, Rubén, Iñigo, Luis, Gorri, Luis A, Laura y David.
Orreaga, Lepoeder, Ortzantzurieta, Urkiaga, Adi... lugares del Pirineo navarro que asociamos a relieves suaves y redondeados. Escenarios en los que las nevadas son todos los inviernos muy abundantes pero en donde ,debido a su altitud y su situación geográfica, la nieve se transforma muy rápido. La nieve polvo es efímera en estas montañas históricamente humanizadas. Lugares en ocasiones misteriosos donde reinan las brumas y los seres mitológicos.
Este año todo es diferente. Y las condiciones para esquiar, felizmente también. Las primeras nevadas comenzaron a principios de diciembre y lo excepcional fue el periodo de temperaturas frías que se prolongó durante más de un mes hasta mediados de enero. Las mínimas no eran extremas pero las máximas no subían apenas. Perfecto. Se repitieron varios episodios de nevadas copiosas con días fríos y secos. La cadena montañosa que hace de divisoria de aguas entre el Cantábrico y el Mediterráneo se llevó el premio gordo. Desde el puerto de Belate hasta el extremo oriental del territorio las condiciones fueron fantásticas durante varias semanas seguidas.
Orreaga, lugar mítico en el imaginario navarro, testigo de la batalla que en el siglo VIII derrotó a las tropas de Carlomagno, ha sido nuestro epicentro de actuación. Sus laderas protegidas por majestuosos hayedos hacen que se pueda esquiar incluso en días de mal tiempo al menos hasta el célebre collado de Lepoeder. Además, la cima de Ortzantzurieta, los bosques de Kintoa, el clásico Adi... nos han proporcionado preciosas jornadas de esquí en condiciones excepcionales. Una auténtica gozada.









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